domingo, 10 de abril de 2016

Tolerancia religiosa polaca

El extranjero que conoce Polonia sólo de las imágenes de televisión estará convencido que llega aun país totalmente católico. Guardará en su memoria imágenes de multitudes rezando al dar la bienvenida a Juan Pablo II, y - tal vez - alguna opinión sobre el carácter tradicional, popular, de esta fe católica. Pero ya en Varsovia verá la cúpula oriental de la catedral ortodoxa y el edificio clasicista del templo luterano, verá a las personas rezando en la sinagoga, a los seguidores de Krishna trotando por el pasaje comercial, y el cementerio judío rodeado de un nuevo muro, donde las lápidas destruidas y profanadas por los nazis forman un paisaje lunar, inhumano. Y si va más hacia el Este, encontrará cada vez más iglesias ortodoxas, visitará pequeñas mezquitas de madera y cementerios musulmanes perdidos en los bosques. tropezará con los viejos ortodoxos o los flagelantes. Pero no es necesario que vaya más hacia el Este: en otras partes también encontrará íconos orientales en los muros de los templos góticos o barrocos; en otros muros - interiores modestos de las casas protestantes de rezo, y en otros - ricos altares católicos y figuras de santos. Si se empeña un poco más en buscar, llegará a una sanghi budista o alguna otra comunidad oriental. Y si echa una mirada a la vitrina de una librería, reconocerá entre los autores de los libros allí expuestos a los famosos gurus hindúes, cardenales católicos, profetas de New Age, teólogos radicales, filósofos rusos ortodoxos, ateos celebres. El extranjero se preguntará entonces en qué país se encuentra.
La respuesta debería ser simple: en un país católico. En un país de catolicismo masivo, que sin embargo ha heredado una rica y compleja tradición de tolerancia, de coexistencia secular de distintas religiones, naciones y culturas. En el país que pasó victoriosamente por los años de falta de independencia, por la ocupación nazi y el comunismo, para encontrar finalmente la democracia y el mercado libre, la competencia y relatividad de ideas, valores y actitudes. En el país que une el apego profundo a la iglesia católica y sus ritos, considerados como signo de identidad, con la apertura a lo diferente, con la fluctuación de comportamientos y elecciones.
Ello se debe a varias razones entre las cuales hay una muy importante: en Polonia nunca hubo guerras religiosas. La historia y la contemporaneidad de la religión en Polonia son experiencias de diversidad. riqueza, diferenciación. Es una cohabitación bajo un cielo común - desde hace más de un milenio - de gentes de distintas tradiciones, diferentes creencias y culturas, costumbres y prácticas. Es verdad que no faltaron por aquí dramas, conflictos y tensiones durante el período de guerras y de caos político, y también en los tiempos cuando Polonia no era libre, cuando se encontraba bajo el yugo del totalitarismo. Pero no eran aquellos dramas, conflictos y tensiones los que determinaban y continúan determinando la vida polaca hasta hoy día. No son ellos los que constituyen el sentido de la tradición generalmente aceptada. La tradición del diálogo, comprensión común y construcción de una cultura que se nutre con la diversidad de valores. Esta tradición cuenta ya más de mil años, es tan antigua como el cristianismo polaco y el estado polaco, cuyas primeras monedas fueron acuñadas por los artesanos judíos que no temían escribir en ellas nombres de los príncipes creyentes en Cristo con letras hebreas.
En la Europa antigua los judíos eran perseguidos. La muchedumbre enloquecida por el odio hacía matanzas de los judíos. los monarcas los expulsaban de sus países, y los burgueses - de los inframuros de las ciudades. Ardían las hogueras - y a Polonia llegaban ríos de millones de expulsados que encontraron aquí un refugio seguro, hasta el tiempo del holocausto. En el medioevo tardío se llamaba a Polonia ,,paraíso judío" y la palabra ,,Polin" significaba ,,puerto". ,,lugar de descanso". Posteriormente, en los siglos XV, XVI y parte del XVII, Polonia se convirtió además en un paraíso para ,,los herejes", para los husitas, anabaptistas y otros radicales religiosos de toda Europa, perseguidos por su fe. Llegaban a un país en el cual nadie podía ser preso sin la sentencia del tribunal, donde en el siglo XVI la mayoría católica elegía al parlamento, en que los protestantes y los ortodoxos desempeñaban un papel importante, en que uno de los diputados católicos, representante de la nobleza polaca, Jan Zborowski, reclamaba a que el candidato francés al trono polaco, Enrique de Valois, jurase la libertad religiosa: ,,Si non jurabis, non regnabis!" - ,,Si nojurais -no reinareis!". Y mientras tanto en Europa tenían lugar quemas religiosas y matanzas, ardían las hogueras.
Cómo era aquella Polonia de la época de tolerancia, que se extendía desde el siglo XV hasta la mitad del XVIII? Era un país feudal en que la nobleza (10 - 15% de la sociedad) gozaba de todos los derechos ciudadanos, entre otros, del derecho a elegir al rey. Pero la libertad de palabra, culto y los derechos de autogestión abarcaban, en gran medida, también a los burgueses, judíos, cosacos de Ucrania y campesinos libres. Al mismo tiempo era uno de los países más grandes de la Europa de entonces, en que vivían representantes de muchas naciones. Entre ellos hubo rusos - antecesores de los futuros bielorusos y ucranianos, judíos, alemanes, lituanos, tártaros, armenios, letones, gitanos, italianos, rusos, checos, holandeses, franceses , escoceses... Eran de religiones diferentes....
Los más numerosos eran los católico-romanos, luego los ortodoxos, griego-católicos y creyentes del judaísmo. Hubo luteranos y calvinistas, arianos y anabaptistas, hermanos checos y moravitas, menonitas, cuáqueros. Armenios, musulmanes, caraimos... Un mosaico de culturas, idiomas, tradiciones y cultos que sólo gracias a la tolerancia podía mantenerse vivo. Por lo tanto, cuando se debilitaba la tolerancia, se debilitaba también el estado. Pero durante su existencia nacían nuevas ideas, nuevos movimientos religiosos (como el arianismo democrático, ilustrado, o el rabinismo místico judío).
Aquella Polonia antigua de los siglos XV - XVIII no era un ideal. A medida del paso del tiempo, tras las grandes rebeliones de los cosacos ortodoxos en el Este del país, después de las guerras con las potencias vecinas (la Suecia luterana, el Moscú ortodoxo, la Turquía musulmana) crecía la discriminación de personas de otros cultos. Sin embargo, hasta los tiempos de las reparticiones del país por tres potencias (Rusia, Austria, Prusia) a fines del siglo XVIII, los judíos tenían su autogestión local y el parlamento propio; los protestantes y los ortodoxos - aunque su importancia en la vida pública iba disminuyendo - podían desempeñar cargos oficiales, incluidos los altos. Pero la tolerancia decaía. Hubo casos de manifestaciones locales contra la gente de otras religiones, se multiplicaban actos de agresión sin producirse reacción del estado debilitado. Sin embargo continuaba el pluralismo religioso: no se prohibía a los calvinistas, luteranos, ortodoxos, judíos ni musulmanes profesar su fe o imprimir libros religiosos, no se les privaba, por esta razón, de los bienes, títulos y cargos (aunque el acceso a estos últimos se volvía cada vez más difícil). Por fin la primera constitución europea del 3 de Mayo de 1791 dio fin al creciente mal, volviendo a las viejas ideas de tolerancia. Desgraciadamente ya era demasiado tarde : al cabo de cuatro años el estado polaco quedó completamente borrado del mapa europeo.
En el siglo XIX - período de las reparticiones - seguía existiendo el pluralismo en la religión y cultura, y miles de personas de distintas religiones y culturas escogían la identidad polaca. También las sublevaciones contra la ocupación por las tres potencias unían a las personas de religiones diferentes, y, por ejemplo, a la cabeza de las manifestaciones nacionales en Varsovia frecuentemente estaban un cura católico, un pastor protestante y un rabino.
A fines del siglo XIX el nacionalismo moderno, atizado por las potencias ocupantes, debilitó las aspiraciones comunes a la libertad y la tradición de muchos años de tolerancia. En 1918 Polonia volvió a ser un país libre, pero agitado con tensiones nacionalistas y religiosas. Los polacos católico-romanos constituían la mayoría, pero hasta un 40% eran personas de otras creencias y naciones (principalmente los judíos, ortodoxos, ucranianos o bielorusos griego-católicos, alemanes protestantes, sin mencionar el mosaico de naciones y religiones menores). Iba creciendo el nacionalismo, surgían conflictos nacionales y religiosos, sobre todo en los años treinta, a medida en que se debilitaba la democracia y crecía el temor ante la siguiente guerra mundial. A pesar de ello, el pluralismo religioso y nacional se fortalecía en la cultura y costumbres, y la mayoría de la gente común y corriente vivía en vecindad, respetando las diferencias.
Las ocupaciones nazi y soviética rompieron este estado de las cosas: tres millones de personas murieron en los campos de concentración y en acciones bélicas, millones fueron transportados hacia lugares desconocidos, expulsados para siempre de sus hogares. Los mártires polacos de aquellos tiempos crueles eran millones de asesinados en la hecatombe nazi y en las calles; martirizados en los gulags y prisiones soviéticas; muertos en las cámaras de gas en los campos de exterminio alemanes. Estuvieron entre ellos: el fraile católico - padre Maksymilian Kolbe, y el arzobispo viejo-católico de los mariavitas - padre Jan Maria Kowalski, y el gran escritor de origen judío - Bruno Schultz, y el arzobispo principal de la iglesia evangélico - Augsburga - padre Juliusz Bursche... Los nazis destruyeron casi todos los templos de Varsovia y muchos más en todo el país, devastaron ochocientos cementerios judíos en Polonia y casi todas las sinagogas (se salvaron sólo 15).
Polonia salió de la II guerra mundial como el país de una sola religión - la católica. Se debía, entre otras razones, a la pérdida de los territorios del Este (antes de la guerra pobladas principalmente por los ortodoxos), fugas y expulsiones de los protestantes alemanes de los territorios del Norte y Oeste, y al exterminio por los nazis de casi toda la población judía, los creyentes de judaísmo.
El catolicismo polaco continúa siendo, sin embargo, rico y diversificado. Se trata tanto de la fe popular, relacionada con las costumbres y el folklore, como la de los intelectuales liberales. Es el tradicionalismo religioso y moral, como también los nuevos y dinámicos movimientos religiosos. Y ante todo, es la conciencia de que aquel patrimonio de diversidad religiosa y tolerancia de varios siglos, la sociedad abierta, democrática y la economía de mercado, constituyen valores fundamentales para los católicos polacos. Ello precisamente es lo que expresa el diálogo poco fácil del catolicismo polaco con los cristianos de otros cultos, y también con los no cristianos (principalmente con el judaísmo). Según documentos importantes tales como la carta del Episcopado a los ,,hermanos mariavitas" (corriente del viejo catolicismo polaco) pidiendo perdón, otra carta que decididamente condena cualquier tipo de expresión antisemita, incluso la más ocultada. Aparecen traducciones ecuménicas de la Biblia. Algo normal y de costumbre se han vuelto rezos comunes de los católicos, ortodoxos y protestantes.
En la Polonia democrática está vigente el derecho muy liberal de culto. Con apenas 15 personas se puede registrar una asociación religiosa. Pero el registro no es obligatorio y por eso, de manera oficial e inoficíal, funcionan en el país decenas de iglesias diferentes, asociaciones de culto y sectas, que a veces cuentan desde más de diez hasta varias centenas de personas (aprox. 130 tiene situación legal arreglada). La mayoría de los miembros de la Iglesia Católico-Romana es de rito latino. Más de cien mil de ellos son católicos unitarios de rito ucraniano-bizantino (anteriormente llamado griego-católico), subordinado a Roma, pero manteniendo la liturgia oriental. Junto a los unitarios de rito ucraniano-bizantino hay en Polonia pocos fieles de liturgia bizantino-eslava (300 personas) y 8 mii armenios unitarios.
El catolicismo en Polonia - aparte de los católico-romanos de varios ritos - está representado también por las iglesias nacionales viejo-católicas, entre otras, la Iglesia Polaco-Cautica (más de 61 mil fieles), la Iglesia Viejo-Católica de los Mariavitas (más de 26 mil fieles), la Iglesia Católica de los Mariavitas (aprox. 3 mil fieles).
Después del catolicismo el segundo lugar lo ocupan los fieles del cristianismo oriental, en nuestro país casi totalmente ortodoxo. Así que la mayor iglesia, aparte de la Católico-Romana, es la Iglesia Polaca Autoquefálica Ortodoxa con más de 534 mil fieles. Derivan de la iglesia ortodoxa: la Iglesia Oriental de Liturgia Antigua (que no tiene jerarquía eclesiástica y cuenta con aprox. 500 fieles) y dos comunidades pequeñas de liturgia vieja - los sinpopes y los filipones - que ya están desapareciendo. Junto a éstas funciona también, en las regiones orientales del país, la comunidad de la secta mística ortodoxa - los flagelantes. Aparte de la iglesia ortodoxa y sus derivados existe también en Polonia un grupo de armenios disunitarios.
Ramificado - aunque poco numeroso - es el protestantismo polaco. Su tronco tradicional, presente en Polonia a partir del siglo XVI, está formado por las iglesias evangélicas de la 1 Reforma: Evangélico-Augsburga (luteranos) y Evangélico-Reformada (calvinistas). La primera tiene 85 mii fieles, la segunda - 4 mil. De los movimientos protestantes de la Segunda Reforma derivan algunos otros cultos, sobre todo la Iglesia de Cristianos Baptistas (más de 5.5 mil fieles) y la Iglesia Evangélico-Metodista (más de 3,4 mil fieles). El protestantismo tardío (principalmente del siglo XIX, de origen americano) está representado por distintas corrientes. Al movimiento adventista pertenece la Iglesia de los Adventistas del Séptimo Día (más de 10 mil fieles), surgida de ésta la Iglesia de los Cristianos del Día Sábado (430 fieles) y las muy pequeñas - la Iglesia Reformada de los Adventistas del Séptimo Día y los Adventistas del Séptimo Día - Movimiento Reformatorio.
El movimiento de investigadores está compuesto por unas cuantas comunidades religiosas. La mayor de ellas es la Atalaya - Sociedad Bíblica y Tratadista, la Asociación Religiosa Registrada de los Testigos de Jehová en Polonia, la tercera religión en Polonia según el número de fieles (más de 130 mil) que se desarrolla con gran dinamismo, debido principalmente a su pacifismo radical. Otros movimientos investigadores son: la Asociación de Investigadores Libres de la Sagrada Escritura en Polonia (aprox. 400 fieles), el Movimiento Láico Místico ,,Epifania" (unos 2 mil fieles), la Asociación de los Investigadores de la Biblia en Polonia. Los Invirgianos forman la Iglesia Nueva Apostólica en Polonia (1 mii fieles), los ,,scientistas cristianos" - pequeña Asociación de la Ciencia Cristiana, y los mormonos -la Iglesia de Jesucristo de los Días Santos Últimos (unos 70 fieles). Hay también algunas comunidades de .pentecosteses". De las iglesias y asociaciones protestantes más importantes en Polonia hace falta mencionar también la I~1esia de los Cristianos Libres (aprox. 1,8 mii fieles) y la Iglesia de Cristo (más de 5 mil fieles).

Las religiones no cristianas están representadas en Polonia tanto por las asociaciones religiosas tradicionales de los tártaros (la Asociación Religiosa Musulmana con más de 5 mil fieles), de los judíos (entre otras, la Asociación de las Comunidades Religiosas Judías con aproximamamente 1,8 mil fieles) y de los caraimos (Asociación Religiosa Caraima con 200 fieles), como también por las nuevas religiones de origen oriental. Estas últimas se han arraigado bastante entre la generación joven. Son de origen hindú, budista, islámico. Han dominado - sobre todo en caso de Krishna y varios tipos de budismos - a miles de personas. Han llegado a Polonia principalmente por intermedio de la cultura occidental, por eso aparecen generalmente en forma de así llamados cultos sincréticos, o son vecinos a estas culturas. Tienen algunos puntos de contacto con las parareligiones (teosofía, movimientos de meditación, artes marciales, magia, ,,alta consciencia", neognosticismo etc.) y con la cultura New Age. Esta última penetra en Polonia cada vez más ampliamente, convirtiéndose en uno de los elementos de la cultura masiva polaca.

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