sábado, 23 de abril de 2016

A 1.050 años del Bautismo de Polonia, Andrzej Duda resaltó la identidad cristiana de la Nación


Polonia celebró este acontecimiento con una variedad de actos solemnes tanto de la Iglesia como de las instituciones civiles.
El presidente de la Nación, Andrzej Duda, dirigió un solemne discurso ante la Asamblea Nacional en el que afirmó que “el Bautismo de Mieszko I es el acontecimiento más importante en toda la historia del estado y la nación polacos”, y citó la célebre frase de san Juan Pablo II: “Sin Cristo, uno no puede comprender la historia de Polonia”.
Duda identificó el Bautismo de Polonia como el momento del nacimiento de la nación polaca para una nueva vida cristiana. La adopción del cristianismo en la Iglesia romana definió para el mandatario la identidad polaca. “Desde ese momento, comenzamos a pensar y a hablar de nosotros mismos como 'nosotros, los polacos'”.
Sin rodeos el presidente polaco recordó que “en los momentos más oscuros, cuando nuestros enemigos intentaron destruir la Iglesia para demoler la base de la identidad polaca, el pueblo polaco desafió esta intención y abarrotó los templos en búsqueda de su sentido de comunidad y dio testimonio de la perenne sabiduría de la decisión un día tomada por nuestros padres”.
Asimismo explicó que las celebraciones oficiales por el Bautismo de Polonia se centraron en la ciudad de Poznañ por ser “la sede del primer obispado en tierra polaca” y agradeció la presencia del episcopado y el clero de Polonia en los actos solemnes. También recordó la celebración del primer milenio del Bautismo, ocurrida después de 27 años de opresión atea por parte primero del régimen nazi y luego del régimen comunista, que llegó a “arrestar” una copia del ícono de Nuestra Señora de Jasna Gora y provocar a los fieles para boicotear la conmemoración. “Los polacos optaron por la fidelidad a la Iglesia, el amor auténtico a su patria y la esperanza de recuperar la libertad”, indicó Duda.
La lucha por la libertad religiosa bajo el régimen comunista incluyó la defensa de los sacerdotes perseguidos, la edificación de templos no autorizados y masivas celebraciones religiosas espontáneas que demostraron la arraigada fe y el sentido de comunidad de la nación, que permitieron sobrevivir a “la pérdida de las libertades civiles y de un estado independiente y los intentos de desnacionalizar y descristianizar nuestro pueblo”. Este espíritu indomable es según el mandatario la fuente de orgullo de la nación polaca.
El presidente destacó también las riquezas espirituales y culturales heredadas de la fe cristiana, que permitieron el florecimiento de un estado civilizado, con una rica cultura y una visión del ser humano y de la moralidad con enormes beneficios para el común de la sociedad. El mandatario expresó su compromiso de mantener esta herencia de fe recibida de los antepasados. “Polonia es y seguirá siendo fiel a su herencia cristiana, porque es en esta herencia que tenemos un fundamento fuerte y probado para el futuro”, concluyó.
Celebraciones:
La celebración coincidió con la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, de forma que todos los prelados participaron en los actos centrales de la fiesta.
El jueves 14 los obispos polacos presidieron la Eucaristía Jubilar en Ostrow Lednicki y se reunieron en el Seminario de Gniezno.
La Catedral de Gniezno también fue sede de una Eucaristía especial y en la noche se presentó una película en el Instituto de Cultura de la UAM sobre la conversión y bautismo del rey Mieszko I.
El viernes 15 las celebraciones continuaron en la ciudad de Poznan, a donde se trasladaron los prelados para proseguir la Asamblea Plenaria. En esta ciudad se llevaron a cabo los actos civiles de las deliberaciones solemnes de la Asamblea Nacional y el mensaje del presidente Andrzej Duda y la procesión mariana hasta la catedral de Poznan donde se celebró la Eucaristía.
Finalmente en el sábado 16 de abril, en el estadio INEA, bajo el lema “Donde hay Bautismo, hay esperanza”, continuaron las celebraciones, tuvo lugar una misa solemne con bautismo de adultos y por la noche se realizó una presentación en el Teatro Musical de Poznan.
El papa Francisco designó al cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, como legado pontificio en las ceremonias de Gniezno y Poznan, con motivo del 1050 aniversario del bautismo de Polonia.
La misión que acompañó al cardenal estuvo formada por los sacerdotes Jan Slowinski, profesor de derecho canónico en la Facultad de Teología de la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan y por Przemyslaw Kwiatkowski, secretario particular del arzobispo de Gniezno y primado de Polonia monseñor Wojciech Polak.
El cardenal Parolín se dirigió a los obispos polacos, reunidos en asamblea plenaria, y señaló que “la fidelidad a Dios, al Evangelio y a la Santa Sede despertaron respeto y estima en otras naciones, haciendo de la Iglesia en Polonia un baluarte de la fe y de la caridad cristiana, y luz en las tinieblas que muchas veces envolvió a Europa”.
El purpurado participó en la liturgia solemne celebrada en Gniezno, la antigua capital de Polonia cristiana, donde leyó a los fieles polacos el mensaje del papa Francisco “presente en espíritu” durante las celebraciones.
“Dios, rico en Misericordia, -dice el papa Francisco en su mensaje-, hizo fértil la gloriosa tierra de Polonia para que diera a luz a lo largo de los siglos, a fin de rebosar de frutos espirituales y fue así cómo muchos polacos se destacaron en la confesión y defensa de la fe, manteniendo la esperanza y la práctica del amor”.
Finalmente el Secretario de Estado vaticano reiteró que el Santo Padre llegará a finales de junio del presente año para la XXXI Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Cracovia y cuyo patrón será san Juan Pablo II.

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