Durante la Guerra polaco-soviética (1919-1921), iniciada tras la recuperada independencia de Polonia (llevaba más de un siglo ocupada por Prusia, el Imperio Austrohúngaro y Rusia). Animado por su victoria sobre los ejércitos zaristas, Lenin se propone extender el comunismo al resto de Europa por medio de la fuerza, ocupando Polonia para después apoyar a los comunistas alemanes, que en enero de 1919 habían encabezado el violento Levantamiento Espartaquista. En Polonia se decidirá la suerte de Europa.
En el verano de 1920 la situación es dramática para Polonia. Hombres y mujeres, mayores y jóvenes, burgueses, campesinos y obreros, civiles y militares se preparan para defender su Patria e impedir que el Ejército rojo sojuzgue un país orgulloso de su Fe católica. En las parroquias los sacerdotes llaman a los polacos a asumir su responsabilidad para con su pueblo yendo al combate contra el invasor. La comunidad internacional da por derrotada a Polonia. Todas las delegaciones diplomáticas extranjeras abandonan Varsovia, a excepción de la delegación británica y del Nuncio Achille Ratti, que dos años más tarde se convertirá en el Papa Pío XI. Las tropas soviéticas llegan a las proximidades de Varsovia. Los únicos aliados con que cuentan los polacos son un grupo de pilotos estadounidenses voluntarios (el llamado Kościuszko’s Squadron, que combatirá en esta batalla) y unos centenares de asesores militares británicos y franceses (entre ellos Charles de Gaulle, que durante esta contienda obtendrá la mayor condecoración militar polaca, la Virtuti Militari). Hungría, país tradicionalmente amigo de Polonia, ha intentado enviar 30.000 jinetes armados en apoyo de los polacos, pero el Gobierno checoslovaco no les ha permitido pasar.
Los soviéticos han planeado cruzar el río Vístula y rodear Varsovia. El 12 de agosto cae el pueblo de Radzymin, a sólo 23 kilómetros de Varsovia. El día 14 tienen lugar durísimos combates en el pueblo de Ossów, a 18 kilómetros de Varsovia. Muchos de sus defensores son jóvenes universitarios polacos, todos ellos voluntarios. Junto a los defensores está el sacerdote Ignacy Skorupka, capellán del Ejército polaco. El padre Skorupka muere en estos combates cuando anima a sus compatriotas, encabezando su avance solamente con una cruz en su mano. Esa tarde los soviéticos son rechazados de forma totalmente inesperada. Ossów es la primera escaramuza que acaba en victoria polaca desde que se inició la ofensiva bolchevique. En la actualidad un monumento en Varsovia recuerda el heroísmo del padre Skorupka.
El 15 de agosto el avance comunista sobre Varsovia es frenado. En una durísima batalla que deja muchas bajas, los polacos consiguen rodear a los bolcheviques y les ponen en fuga. La célebre caballería polaca rechaza a sablazos y lanzadas a los invasores. Significativamente, y contra todo pronóstico, el avance rojo hacia Varsovia es detenido el día de la Asunción de la Virgen. Los polacos lo recordarán como “el Milagro del Vístula”. Hoy, en conmemoración de aquella victoria, Polonia celebra cada 15 de agosto el día de sus fuerzas armadas.
Para la Rusia comunista la derrota de Varsovia es demoledora. Sus dirigentes temen que Polonia, enardecida, invada Rusia y piden la paz, que se inicia en octubre con un alto el fuego y se consolida con la firma del Tratado de Riga el 18 de marzo de 1921, quedando la frontera entre ambos países delimitada de forma muy similar a como estaba en 1772. La derrota soviética ante Polonia tiene consecuencias para toda Europa: Lenin abandona su política de expansionismo y adopta la tesis del “socialismo en un solo país”, refrendada tras su muerte por el XIV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. El valor y el sacrificio de los polacos permite aplazar más de dos décadas, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, el dominio comunista sobre media Europa. A causa de ello, en la Polonia comunista esta batalla es objeto de una férrea censura y manipulación. Hoy la Polonia libre recuerda a aquellos héroes con orgullo y agradecimiento. En el resto de Europa prácticamente han pasado al olvido. Edgar Vincent, uno de los representantes británicos en Polonia en los momentos en que se desarrolló esa batalla, escribió años después:
“La historia de la civilización contemporánea no conoce un evento de mayor importancia que la batalla de Varsovia, 1920, y ningún otro cuyo significado haya sido más menospreciado.”
Y EL BOLCHEVISMO HUYÓ
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