domingo, 16 de septiembre de 2012

El Centenario del Dr.Leonardo Wanke



El doctor Leonardo Wanke nació el 17 de septiembre de 1912 en Lwów.
A los 25 años obtuvo el título de médico. Mientras desempeñó el cargo docente en la misma universidad, preparó el doctorado, grado académico que logró luego de un año.
En el año 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial. Ante la invasión soviética a su país, decidió huir hacia Francia para servir en el ejército polaco en el exilio, pero en la frontera fue detenido por militares rusos y llevado a prisión. En el mes de junio de 1940, lo trasladaron junto a un contingente de prisioneros hasta un lugar cercano a los montes Urales: les dieron palas y carretillas, y a cada uno le asignaron un sector para que cavara y trasladara la tierra hasta un puente. En un bosque cercano, talaron abedules para construir refugios donde pasar las noches de frío y lluvia. Cuando cayó la primera nevada, en octubre de 1940, fueron llevados en camiones hasta el campamento de Vorkuta (norte de Asia) y los ubicaron en una construcción subterránea, recubierta por listones de madera. En el centro, había un tonel cargado con leña que permanecía al rojo vivo por la fogata continuamente encendida. Con temperaturas de 50° bajo cero, el suelo se abrió en grietas y las aguas del río se congelaron.
Ante la invasión alemana a territorio ruso en junio de 1941, los polacos dispersos allí quedaron libres, pero nadie les informó hacia donde debían dirigirse. Comenzaron a desplazarse hacia el sudoeste como bandadas de aves, en busca de un clima cálido donde encontrarían animales y frutos para alimentarse y también a personas más solidarias. Leonardo comenzó a liderar el grupo, en el cual había muchos enfermos.
En Asia Central, fueron muy bien recibidos por los pobladores descendientes de tártaros, que hablaban ruso y un antiguo dialecto. Los polacos les ayudaron a cosechar avena y papas y talaron árboles para obtener leña. Cuando supieron que había llegado un médico, se acercaban para que los atendiera.
En el mes de marzo de 1942, les anunciaron que debían concentrarse en Krashovodsk, un puerto a orillas del Mar Caspio. Al llegar, tuvieron la grata sorpresa de encontrarse con militares polacos; uno de ellos les anunció que serían los primeros en salir de la URSS, para trasladarse a Medio Oriente.
Antes de salir, decidió casarse con María, una enfermera que había conocido en un tren y habían formado un equipo de trabajo.
Leonardo fue enviado a la ciudad de El Cairo, para hacer un curso sobre diagnóstico y tratamiento de enfermedades tropicales. Luego lo destinaron al hospital de la Real Fuerza Aérea (RAF) en Habbanya (Irak): el lugar era un oasis en el desierto. Había tantos enfermos de malaria y disentería entre los pobladores que abandonaban la URSS, que debieron ubicar a dos personas en cada cama.
Al cabo de un año, lograron combatir las epidemias, los hombres se encontraban en buen estado físico y con entrenamiento militar. En diciembre de 1943 comenzó el traslado de las unidades hacia Italia, lo hicieron en buques de la Armada y la Marina Mercante Polaca. Salieron desde el puerto de Alejandría y Leonardo fue en el primer contingente.
El día 3 de enero de 1944 llegaron al puerto de Tarento y se dirigieron hacia el pueblo de Cassino. El objetivo era vencer a los nazis que se encontraban apostados en el antiguo monasterio de Montecassino.
Leonardo continuó trabajando en los hospitales, atendiendo a los soldados heridos, participando en las cirugías, sin hacer diferencia entre los hombres que provenían de los aliados o enemigos.
Al finalizar la guerra, pasó por los momentos más difíciles de su vida, al no poder regresar a su país para reencontrarse con su familia. Había viajado por tres continentes, sobrevivido al hambre, las temperaturas extremas y la peor cárcel de la historia, para perderlo todo. Los aliados habían entregado a su país a la URSS: un lugar donde los que habían estado, no querían regresar. Volver a Polonia era el gran sueño de todos, pero sabían que al llegar serían arrestados.
En el año 1946, se trasladó a Inglaterra y también llegó su esposa junto a la niña de cuatro años que había nacido en un hospital de Palestina.
En el año 1949, tomaron la decisión de emigrar hacia Argentina; junto a un contingente de polacos, llegaron al puerto de Buenos Aires.
Se presentó en el Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo”, donde fue incorporado y trabajó hasta jubilarse a los 70 años.
A lo largo de su vida aprendió a hablar diez idiomas. Es autor del libro “Polonia y su misión histórica”. En todos los lugares donde vivió, puso su conocimiento al servicio de sus semejantes.
Cree que la guerra es una estupidez de los hombres y no tiene ningún sentido causar tanta muerte, para finalizar en peores condiciones que antes de comenzar. Para él, fue una etapa muy amarga de su vida, aunque reconoce que le dejó muchas experiencias.
Por su trabajo en el ejército, recibió diez medallas de la Corona Inglesa, entre ellas, la Cruz de San Benito y una de oro al Mérito. Las últimas distinciones que le entregaron, fueron la Cruz de Condenados a Siberia y la Orden de Caballero, otorgados por la República de Polonia.
Hoy disfruta de la compañía de sus hijas Juana Elena (médica Pediatra) y Magda (Dra. en Veterinaria) y un yerno, aunque a veces se siente solo, debido a que todos sus amigos han partido de este mundo.

Fragmento del libro “Amapolas rojas”
Lic. María Teresa Dittler

3 comentarios:

  1. No conocía esta biografía, realmente, asombroso, me hizo asociar tanto con lo poquito que supe de mi pa y babcha... qué hombre ejemplar.

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  2. no conocía la historia de este personaje. Una vida sufrida, como muchos polacos.

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  3. Todos los que pasaron por Siberia y luego pelearon por la patria, no alcanzan las medallas, de lo que sacaron los agresores de la vida. Lo felicito a Lic. María Teresa Dittler que se animó a escribir estas historias. Seguramente no va faltar trabajo. Cada hombre de aquellos, tiene guardado un libro muy pesado, pero no cada uno puede pasar a otro. Me encuentro con personas que no quiere saber nada de aquel tiempo. Muchos por el horror de la guerra, por la pérdida de sus seres más queridos o también por la vergüenza... Conozco un polaco que en un principio fue reclutado por el ejército alemán y tenía que defenderse frente al atacante ejército polaco. No quedaba otra, o matar a su hermano polaco o ser muerto por su hermano polaco. ¿Usted que haría? Fue que mató a unos cuantos, pero luego escapo y peleó junto a el ejército polaco en Monte Casino contra los Nazi.

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