miércoles, 3 de septiembre de 2014
Donald Tusk, cabeza del Consejo Europeo
Donald Tusk, actual primer ministro polaco, sustituirá a partir del primero de diciembre al belga Herman van Rompuy, quien encabeza el Consejo Europeo, el organismo que reúne a los gobiernos de los 28 países de la Unión Europea (UE).
Tusk, de 57 años, es el primer ciudadano de un país de la antigua órbita comunista que accede a uno de los altos cargos de la UE.
Europa elige como una de sus caras a un político atlantista y desconfiado de todo lo que viene de Moscú justo en el peor momento de las relaciones europeas con Rusia en décadas.
El premier polaco abandona la política nacional y asumirá el cargo en Bruselas gracias, principalmente, al sostén de la canciller alemana, Angela Merkel, y del primer ministro británico, David Cameron, y, en parte, a que no genera controversia a casi nadie.
El sindicato polaco Solidaridad, el que impulsó las mayores protestas contra el comunismo y lo hizo caer en Polonia en 1989, fue la escuela política de Tusk. Es europeísta como pocos en Europa del este, habla alemán, nada de francés y tiene grandes problemas con el inglés, pero prometió dominar este último de aquí a fin de año.
Tusk, germanófilo, dejó claro tras su elección que en materia económica está muy cercano a Merkel. En las últimas semanas, varias capitales, especialmente Roma y París, presionan para un cambio de modelo económico que al menos frene los ajustes que el bloque aplica desde 2010, y fomente políticas de crecimiento.
Donald Tusk, cuyo país no pertenece a la Eurozona –pero su elección podría acelerar su ingreso a la moneda común europea–, explicó que el ajuste y el crecimiento son compatibles: puro merkelismo político. Puede presumir de que Polonia es el único país de los 28 que no pasó por ningún trimestre de recesión desde el estallido de la crisis en el 2008.
El nuevo presidente del Consejo Europeo debe demostrar si seguirá el perfil bajo de Van Rompuy, obediente con las grandes capitales –sobre todo con Berlín– y discreto, o intenta dar al cargo un peso político que fuerce a los gobiernos a avanzar en la integración europea.
Económicamente liberal, socialmente conservador y de fuertes convicciones religiosas, Tusk lleva al Consejo Europeo otra visión de la construcción europea: la de los países de Europa del este que se sienten amenazados por Rusia y que consideran que Moscú entiende mejor cuando se le habla desde una postura de fuerza, que en Europa significa apoyo absoluto a sanciones políticas y económicas más duras.
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