sábado, 5 de abril de 2014

Los túneles de la Alemania nazi son refugio de murciélagos en Polonia


Cerca de 37.000 murciélagos duermen ala contra ala en los profundos túneles de las fortificaciones de cemento de Festungsfront im Oder-Warthe-Bogen. Fueron construidas por los nazis en vísperas de la Segunda Guerra Mundial para proteger el III Reich de Adolf Hitler contra un hipotético ataque polaco o soviético. Caída en el olvido después, la antigua línea fortificada se convirtió en el 2011 en un atractivo turístico y una reserva de estos mamíferos voladores, gracias al Museo de las Fortificaciones y de los Murciélagos, probablemente único en el mundo. “La línea de defensa se extiende a lo largo de más de 60 kilómetros. En su parte central, unas veinte casamatas están comunicadas por 33 kilómetros de galerías”, en algunos casos a 40 metros bajo tierra, dice Leszek Lisiecki, director del museo situado cerca de Miedzyrzecz. “Los mayores centros de hibernación de murciélagos se encuentran en las cuevas naturales de Rumanía. Pero aquí tenemos el mayor sitio artificial de Europa”, explica Jan Cichocki, zoólogo de la Universidad de Zielona Gora. “El lugar es ideal por su temperatura y su humedad estables. La temperatura es entre 7 y 10 grados, y la humedad alcanza el 90 por ciento en algunos puntos”, explica Cichocki, responsable de un proyecto de registro y observación de los quirópteros que hibernan en el fondo de estos túneles, en la oscuridad absoluta. Durante su largo sueño, la temperatura corporal de los murciélagos baja y es apenas superior a la ambiental. Sus funciones vitales se ralentizan, y el pulso cardíaco se reduce a unas pocas pulsaciones por minutos. De vez en cuando se ve a un individuo estirándose durante su sueño. Pero despertar a un murciélago antes de que haya terminado su hibernación puede llegar a matarlo, por la mucha energía que le cuesta volver a la vida activa. Por esta razón, buena parte de los túneles subterráneos está cerrada en invierno, con unas suntuosas verjas aseguradas con candados. “Es una reserva. Para entrar hace falta una autorización, para proteger los murciélagos de los vándalos y los turistas”, explica Cichocki. En los años 1980, las autoridades comunistas se plantearon colocar ahí un depósito de desechos nucleares. Transformada en museo, la línea de fortificaciones solo sirve ya para proteger a estos pequeños mamíferos voladores. “Los murciélagos están muy bien aquí”.

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