martes, 13 de marzo de 2018

EL MARZO POLACO EN BUENOS AIRES



10.03.2018
El político americano Hiram Johnson en el año 1918 pronunció la celebre frase “The first casualty when war comes is truth” – la primera víctima de la Guerra es la verdad. Estamos todos atónitos contemplando cómo la verdad está siendo pisoteada públicamente en medio de un conflicto diplomático que parecia lejano pero llegó a Buenos Aires con toda la fuerza destructora de una guerra. La palabra es un arma que hiere y duele. La colectividad polaca en la Argentina se siente, y hay que decirlo, está gravemente herida por las palabras de personas como Alfredo Leuco que no me atrevo a llamar periodistas por respeto a esta noble profesión.
Lo que ocurrió el día 5 de marzo del 2018 marca un antes y después para los descendientes de polacos en la Argentina. Fue un Pearl Harbor, un bombardeo sin aviso. Sin embargo era previsible. El conflicto diplomático entre Israel y Polonia había estallado hace más de un mes. El Sejm aprobó una novela de la ley que rige el Instituto de Memoria Nacional (IPN). La reacción del gobierno de Israel fue un choque para la gran mayoría de los polacos. La Embajadora de Israel aprovechó la conmemoración de la liberación de Auschwitz para anunciar que Israel rechaza la nueva ley, una ley consultada con la misma Embajadora en varias ocaciones. Siguieron las acusaciones del Primer Ministro Netanyahu de querer negar la historia y borrar la coresponsabilidad por el Holocausto. Dejo a los lectores opinar sobre estas palabras.
Es de fundamental importancia citar el polémico párrafo de la nueva ley:
Quien públicamente y contra los hechos adjudica a la Nación Polaca o Estado Polaco la responsabilidad o coresponsabilidad por los crímenes nazis cometidos por el III Reich Aleman (…) u otros crímenes contra la paz, la humanidad o crímenes de guerra, o de otra manera, de modo evidente disminuye la responsabilidad de los autores reales de estos crímenes, es sujeto a pena de multa o privación de libertad de hasta 3 años. (…) No comete crimen el autor de actos prohibidos efectuados en el marco de actividad artística o científica.
Queda claro que la ley no limita la investigación de los historiadores ni les limita en ninguna de sus actividades. No quiero ser abogado de la idea de penalizar la falsificación de la historia pero sí quiero defender el derecho de las autoridades de Polonia a promulgar esta ley, muy parecida a la ley vigente en Israel en la que se penaliza la negación del Holocausto. La ley de prohibición de negación de Holocausto establece que quien divulga de forma escrita u oral cualquier constatación que niega los hechos que constituyen crimen contra la nación judía o crímenes contra la humanidad cometidos durante el régimen nazi o disminuye su escala, con la intención de defender a los autores de estos hechos o para expresar su apoyo o identificación con ellos, es sujeto a la pena de de cinco años de privación de libertad (traducción propia del idioma polaco).
Ahora les pido un minuto de silencio por la verdad número uno asesinada con esta frase del pobre de Leuco: “Acaban de aplicar una ley nazi en Polonia”. Un breve ejercicio de análisis de derecho comparativo expuesto arriba me lleva a la conclusión de que sería mejor no llamar esta ley “nazi”. Cabe subrayar además que no es lo mismo aprobar que aplicar. La ley polaca todavía no se aplicó y no se sabe si se aplicará algun día antes de ser reformada, pero los voluntarios a probarla ya se ponen en fila como gesto de solidaridad con los oprimidos inexistentes. Ahora bien. Afirmar que “los nazis alemanes y polacos asesinaron a 6 millones de judíos” me parece no solamente horroroso sino criminal. Decir públicamente que las víctimas del genocidio fueron autores del mismo no tiene nombre.
“Auschwitz quedaba y queda en Polonia”. Cabe informar al autor de esta frase que Polonia dejó de existir como estado en septiembre del 1939 y que las primeras víctimas de este campo de exterminio fueron polacos, no judíos, miles de polacos. Me permito traducir la información de la página oficial del Museo de Auschwitz: “creado por los alemanes a mitad del año 1940 en las afueras de la ciudad de Oświęcim, incorporada por los nazis al Tercer Reich. La razón inmediata de la creación del campo fue el creciente número de polacos arrestados másivamente y la sobrepoblación de los campos existentes. El primer transporte de polacos llegó al KL Auschwitz el 14 de junio del 1940 desde la prisión de Tarnów”.
Pasemos al otro disparo mortal contra la verdad “Polonia está gobernada por un partido neonazi”. Me parece un partido “neonazi” un poco light. Es que el Presidente de esta “Polonia nazi” – Andrzej Duda hace poco más de un mes dijo solemnemente y ante las cámaras “no doy consentimiento a cualquier odio entre las naciones en Polonia. No doy consentimiento en absoluto a ningún antisemitismo u otra manifestación de xenofobia, porque el odio es lo peor que se puede proliferar entre las naciones”. Es el mismo gobierno cuyo jefe Mateusz Morawiecki anunció la construcción del Museo del Ghetto de Varsovia. El mismo Morawiecki el día 7 de este mes de marzo dió un emotivo discurso con el motivo de 50 anniversario de la expulsión por parte del régimen comunista de miles de judíos polacos forzados a emigrar de su Polonia natal. Sus palabras resumen la postura del actual gobierno polaco: “Quiero luchar como nuestros hermanos luchan contra el antisemitismo. Tenemos la obligación de ayudarles en eso. Pero tengo la esperanza de que ellos nos ayuden en la lucha contra el antipolonismo porque cómo escribió el poeta Jan Lechoń – ¿quién tiene la historia tan linda como vos?
La historia de Polonia del siglo XX nos tiene que llenar de orgullo! Sobre todo a los tan numerosos en Argentina hijos y nietos de los ex-combatientes del General Władysław Anders. El mismo Anders que permitió que tres mil de sus soldados de orígen judío se queden en Palestina para después luchar por un estado de Israel independiente. Entre ellos estaba el futuro Primer Ministro de Israel Menechem Begin, Premio Nobel de la Paz. Muchos desconocen estos hechos. Tengo pues un set de preguntas más fáciles: ¿quién salvó a Europa de la invasión de los Bolchevikes en el 1920? ¿Cuál fue la primera nación que enfrentó a Hitler? Y no fue una lucha simbólica cómo la de las potencias europeas de aquel momento. No cargamos con caballos contra los tanques, es un falso mito. Las bajas del ejército de Hitler en septiembre del 1939 sobrepasaron 16 mil muertos y 36 mil heridos del ejército de tierra. Salvamos a miles de compatriotas judíos arriesgando las vidas. Luchamos en todas las frentes de la Segunda Guerra Mundial contra la Alemania de Hitler y sus aliados. No hubo ningún tipo de colaboración institucionalizada de los polacos en el Shoah. Todo lo contrario. Son numerosas las pruebas de que el gobierno polaco en exilió hizo todo lo posible para alarmar al mundo y ayudar a la población judía en las tierras polacas ocupadas por los alemanes.
¿Por qué tenemos que repetir esto una y otra vez? La polémica ley que entró en vigor en Polonia es una manifestación de que los polacos ya se cansaron de décadas de repetir lo obvio y de que se confundiera las víctimas del genocidio con sus autores. Es verdad que hubo polacos que se aprovechaban de la situación de sus vecinos judíos. Los relatos de los sobrevivientes son terribles y son muchos los que tuvieron que pasar por todo tipo de humillaciones y abusos hasta encontrar a los heroes que les salvaron la vida. Muchos los encontraban, otros no. Los que encontraban a un aleman dejaban de existir, no viven para decirlo. Shoah nunca hubiera sido posible en una Polonia independiente, ni el pogrom de Jedwabne ni el de Kielce.
Sin embargo, el relato de las abuelas … Por qué las abuelas judías odiaban a “ese país llamado Polonia” que una vez abandonaron para siempre? No tengo respuesta simple. Recientemente leyendo la biografía de Jan Karski encontré una historia que puede explicar algo, un poco. El jóven Karski tenía por novia a la hija de un celebre abogado de origen judío de Lwów. Después de varios años de un amor fuerte y leal, en momentos vivido a distancia y por cartas, este jóven que prometía una brillante carrera diplomática recibió la última carta de su novia que estaba a punto de emigrar con su familia a Palestina. Decía: “Te quiero y siempre te voy a querer. Pido a nuestro Todopoderoso que custodie cada uno de tus pasos y a tu Dios que te guarde. Adios, Klaudia”. Fue 1937. Emigraron porque ya empezaron a sentirse síntomas de lo que se iba a venir en Europa, también en Polonia donde algunos de los políticos reclamaban poner límites a los ciudadanos judíos. Este antisemistismo no tenía nada que ver con el antisemitismo nazi de Hitler pero les causó un profundo dolor a los judíos polacos acostumbrados a la libertad e igualdad de condiciones. Muchos emigraron por motivos exclusivamente económicos dejando atrás la miseria de la Polonia rural de aquel entonces. Los que decidieron emigrar se llevaron esta decepción y dolor de haber dejado su tierra. Dejaban de hablar polaco. Lo querían olvidar todo y empezar una nueva vida. Muchos llegaron a la Argentina. No querían saber más de Polonia y efectivamente hoy día son muchos los que no saben nada, sus hijos y nietos tampoco. Lo único que saben es que Auschwitz está en Polonia. No tenemos la culpa. Creo que no tenemos la culpa de la ignorancia de muchos pero tenemos que destacar de la nobleza y trabajo de otros muchos. Gracias Marcos Resnizky, gracias Miguel Woinski, gracias Andres Chowanczak, gracias a todos los que sienten la pasión por la verdad. Serán los vencedores.
Marcin Korzeb

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