viernes, 17 de junio de 2016

Alemania-Polonia: 25 años del Tratado


Este viernes 17 de junio se cumple el 25.° aniversario de la firma del Tratado sobre buena vecindad y cooperación amistosa entre la República Federal de Alemania y la República de Polonia. El tratado fue el efecto de un proceso de reconciliación de más de 20 años entre ambos países y un punto de inflexión en las relaciones germano-polacas.
La historia de la vecindad polaco-alemana es larga y compleja. Hubo momentos de amistad y cooperación, pero también épocas dolorosas, como la ocupación alemana de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial.
La guerra dejó entre Polonia y Alemania unas heridas profundas que parecían imposibles de sanar. Cerca de seis millones de polacos, entre ellos alrededor de tres millones de judíos, fueron víctimas de la guerra. Solamente en Auschwitz, el campo de concentración más grande del régimen nazi, fueron exterminadas más de un millón de víctimas.
El destino de Polonia y Alemania fue decidido en la conferencia de Yalta en 1945, cuando Polonia y Alemania Oriental quedaron incluidas en la zona de influencia soviética. Se modificaron también las fronteras de ambos países, lo cual causó el éxodo de millones de desplazados polacos y alemanes.
Esta repartición dio inicio a la lucha ideológica, económica, militar y política internacional denominada como la Guerra Fría. Alemania Oriental y Polonia se sumergieron en el sistema totalitario impuesto por Moscú.
Durante las primeras décadas después de la Segunda Guerra Mundial, los polacos vivieron en el trauma de la guerra, alimentado por una propaganda que excluía cualquier posibilidad de reconciliación con Alemania.
A despecho de la época política glacial, desde las bases de las sociedades se desarrollaron los primeros esfuerzos de reconciliación entre nuestros pueblos.
El primer gesto fundamental llegó de las iglesias católica y luterana de ambos países: en 1965, durante el Concilio Vaticano II, 34 obispos polacos –entre ellos el futuro papa Juan Pablo II, Karol Wojtyla– firmaron la famosa Carta Pastoral dirigida a los obispos alemanes, en la que “perdonaban y pedían perdón” por los hechos ocurridos durante la guerra. La carta, que tuvo una respuesta inmediata de 41 obispos de las dos Alemanias, marcó el inicio del largo camino hacia la reconciliación.
La política oficial de Alemania Occidental cambió fundamentalmente con la llegada al poder del primer canciller socialdemócrata en la historia de Alemania, Willy Brandt, en 1969.
Brandt impulsó una nueva “política de distensión”, con el objetivo de lograr una transformación de las relaciones a través de un acercamiento político y de la construcción de confianza mutua.
En diciembre de 1970, Willy Brandt visitó Polonia. En un gesto inesperado, el canciller se arrodilló ante el Monumento a los Héroes del Gueto de Varsovia, haciendo un homenaje a las víctimas de la barbarie nazi.
Este noble gesto pasó a la historia como uno de los momentos más importantes de la política alemana de posguerra.
Mientras tanto, la cooperación entre las sociedades civiles siguió creciendo. Durante las represiones del gobierno comunista contra el sindicato Solidaridad en los años 80, diversas organizaciones alemanas, como el Grupo de Trabajo Solidaridad de Aquisgrán, prestaron ayuda a sus “amigos polacos”.
De esta forma se desvirtuó el mito cultivado durante décadas por la propaganda comunista sobre la Alemania federal como el enemigo vital de Polonia.
El año 1989 fue crucial para la parte de Europa detrás de la Cortina de Hierro. En Polonia, las negociaciones entre el gobierno comunista y la oposición organizada alrededor de Solidaridad dieron como resultado las primeras elecciones parcialmente democráticas, en las que triunfó el bloque opositor.
En septiembre empezó su gestión el primer gobierno democrático del primer ministro Tadeusz Mazowiecki.
En noviembre del mismo año cayó el Muro de Berlín, dando inicio a una transformación democrática en Alemania Oriental y luego a la unificación alemana.
El 17 de junio de 1991, el canciller alemán Helmut Kohl y el primer ministro polaco Jan Krzysztof Bielecki firmaron el documento clave en las relaciones de ambos países: el Tratado sobre la buena vecindad y cooperación amistosa.
El documento establece que ambas partes “se esforzarán en la creación de una Europa en la que se respeten los derechos humanos y libertades básicas”.
El acuerdo puso fin a un periodo en el que las cuestiones fundamentales entre las dos naciones fueron controvertidas.
En los años 90 se crearon numerosos programas bilaterales, como la Cooperación polaco-alemana de los jóvenes, que han propiciado el intercambio de cerca de dos millones y medio de estudiantes.
Asimismo, desde los primeros pasos de la Polonia democrática, Alemania ha sido un gran apoyo en los esfuerzos diplomáticos para la adhesión de Polonia a la Ocde, la Otán y la Unión Europea.
Hoy en día, Alemania y Polonia se unen a todo nivel, tanto en el ámbito de la sociedad civil como en el formato político del Triángulo de Weimar, un mecanismo de concertación política entre Alemania, Francia y Polonia.
Ambos países cooperan estrechamente en el contexto europeo: por un lado, en nuestro vecindario oriental, concretamente en Ucrania; por otro lado, al sur de nuestro continente, a través de proyectos conjuntos de asistencia humanitaria y estabilización en las regiones en crisis del Oriente Medio.
De igual manera, Alemania es el primer socio comercial de Polonia con un volumen de aproximadamente 90.000 millones de euros en 2015.

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