jueves, 2 de enero de 2014

La Celebración del Opłatek


La palabra oblea tiene en el idioma polaco tiene dos significados:  tipo de pan blanco y delicado utilizado en la liturgia católica como hostia, y en la tradición polaca un atributo indispensable durante la cena de Nochebuena, pero significa también una reunión solemne con motivo de la Navidad durante la cual la gente “rompe” o comparte este “pan” blanco. Este segundo significado –desde el punto de vista lingüístico- es una típica ampliación del primer significado. En el tiempo actual, precisamente el segundo significado ganó en Polonia una gran popularidad. En efecto, oblea es hoy una de las palabras claves y un símbolo de la cultura polaca, tanto la tradicional como la actual, tanto en el país o, tal vez hasta más- como en el exterior de Polonia. Y al mismo tiempo un pedazo vivo de la tradición. Es significativo que los diccionarios del idioma polaco no confirmaban este significado socio-cultural: “oblea “ como un encuentro navideño no figuraba ni en el Diccionario Varsoviano (1904), ni en el Diccionario de Doroszewski (1963), ni su versión abreviada bajo la redacción de Szymczak (1978); lo incluyen apenas los diccionarios más recientes. Es quizás no tanto una prueba de la eficiencia de los documentalistas posteriores sino el resultado de las transformaciones en la cultura social de los polacos, un particular signo del tiempo. Los “encuentros de oblea” son organizados no sólo por distintos grupos vinculados a la iglesia y en las parroquias, sino también en centros de trabajo totalmente laicos, clubes, escuelas. Invitaron por Internet a la “oblea 2003” , la Escuela Primaria Autónoma de Gdansk, el Círculo de Simpatizantes del Club Deportivo Cracovia y el Congreso de la Comunidad Polaca en Canadá, entre otros. ¡Y más aún! Los “encuentros de oblea” se celebran en el parlamento polaco, tan diverso desde el punto de vista ideológico; participa en ellos (o por lo menos hasta ahora lo ha hecho) la autoridad más alta de la iglesia, el Cardenal Józef Glemp. La idea de estos “encuentros de oblea” es la conciliación y comunión. Compartí la oblea –el pan que tiene una forma fácil para despedazar-constituye un punto central de estos encuentros. El simbolismo de oblea-pan juega aquí un papel fundamental. La oblea como tal tiene una larga tradición en Polonia, preservada en la cultura popular y costumbre locales. Su historia es la historia del pan, historia de la costumbre, historia de la idea de la fiesta –rica tanto en su contenido cultural general como el cristiano, evangélico. El simbolismo cultural y universal del pan, varias operaciones mágicas durante su preparación (sobre todo el pan ritual, hecho para la fiesta de bodas o del Año Nuevo), el uso del pan en el tratamiento de varias enfermedades, entrega de pan a los recién casados, compartir el pan con otras personas, con mendigos, etc. fue ampliamente descrito por los etnógrafos. El significado cristiano de la práctica de compartir el pan –y la oblea como su forma modificada por la cultura- se basa en la descripción evangélica de la Última Cena y del establecimiento de la eucaristía por Jesucristo- el pan que es cuerpo místico de Dios y fundamento de la comunidad de los cristianos. Se sabe que a partir del siglo IV, la práctica de la bendición del pan y su distribución bajo el nombre griego de eulogia (literalmente “bendición”) fue sacada al exterior de la liturgia, primero en la iglesia oriental y posteriormente de la occidental. Fue un sucedáneo de la eucaristía y al mismo tiempo el arquetipo del actual compartir de la hostia. La escena original de compartir el pan se repite en el rito de la Nochebuena , hecho conocido por descripciones desde el siglo XVIII. La Iglesia lo evoca constantemente. Por ejemplo, en la diócesis de Drohiczyn a la orilla del Bog, la bendición de las obleas va acompañada de una oración especial. La propia costumbre de la cena de Nochebuena y el acto central de compartir la oblea quedaron ampliadas por unas ricas prácticas de la iglesia y populares. Así, la preparación de las obleas está abarcada por la protección eclesiástica; lo hacen los organistas, monjes, monjas. La distribución también estaba reservada a las personas autorizadas por párrocos (sacristán, organista, monjes y monjas). Las obleas hechas de agua y harina de trigo, sin sal, son de color blanco, grandes o pequeñas. Se mantiene la práctica de compartirlas y de enviarlas a los amigos y familiares por carta con los deseos navideños. En las parroquias rurales se distribuyen también obleas de colores, generalmente rosadas, que después de la cena de Nochebuena el anfitrión comparte también con los animales, especialmente con las vacas. Las obleas son decoradas con escenas navideñas. Se comparte la oblea al tiempo que se reza y la ceremonia está dirigida por el hombre de la casa, generalmente el padre como cabeza de la familia. Se atribuye a las obleas muchas propiedades extraordinarias o mágicas. Su presencia en la casa durante la Nochebuena le asegura a la familia éxito, alegría, paz y sobre todo amor. Son anuncio de bienestar, buena cosecha, abundancia de pan. Se cree que a quien comparte la oblea nunca le faltará el pan y que lo podrá compartir con otras personas.

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